Friday, November 21, 2008

AICO - E-newsletter


Estimado Amigo:

En esta ocasión le hacemos llegar nuestro E-newsletter correspondiente a la segunda quincena de noviembre.

Asimismo, le recordamos que puede formar parte del enriquecimiento de este E-newsletter, haciéndonos llegar las noticias, eventos y oportunidades comerciales que deseen compartir con la comunidad iberoamericana.

Sin otro particular, agradecemos su atención y esperamos que esta herramienta le se de gran utilidad.

Reciba un cordial saludo.


Atentamente,
Asociación Iberoamericana de Cámaras de Comercio

Saturday, November 15, 2008

Desayuno de Trabajo de la CAMACOL


Desayuno de Trabajo de la CAMACOL

ANALIZAN SITUACIÓN ECONÓMICA ESTATAL


La Cámara de Comercio Latina de los Estados Unidos (CAMACOL), celebró un desayuno de trabajo, con el objetivo de analizar la actual situación económica nacional y sus efectos en el estado de la Florida.

La presentación, a la que asistieron fidusiarios, directores y otros invitados del sector empresarial del condado Miami-Dade, estuvo a cargo de Fausto Gómez, presidente de la firma de relaciones gubernamentales Barker & Associates, y quien es además consultor de asuntos públicos de la CAMACOL.

Sánchez comenzó su disertación analizando las recientes elecciones presidenciales en las que resultó electo el candidato demócrata Barack Obama, las condiciones económicas del país y los retos que enfrentará la nueva administración. Inmediatamente se enfocó en el tema de la Florida.

“Para nadie es un secreto que el principal problema que ha enfrentado nuestro estado es la crisis del sector de bienes raíces, que ha estado acompañado de un crecimiento poblacional que no está respaldado por una base tributaria de acuerdo con el mismo. Toda esta situación ha generado que si comparamos los presupuestos estatales del 2007 al 2010 los recortes reflejarán más de 10 mil millones de dólares en menos fondos disponibles , aseguró Gómez.

Sin embargo, agregó que en el estado de la Florida se ha visto un aumento en el sector de las exportaciones, un rubro de extraordinaria importancia para nuestra economía.

Gómez destacó que el Gobernador Charlie Crist ha manifestado “que para superar esta crisis le dará prioridad a los progamas de apoyo de la economía estatal, y por supuesto que las exportaciones son un renglón de gran trascendencia para lograr este objetivo”.

En el evento actuó como moderador Wifredo “Willy” Gort, chairman del Congreso Hemisférico que en el 2009 estará celebrando su trigésima reunión. Las palabras de clausura estuvieron a cargo de William Alexander, presidente de la CAMACOL.

Wednesday, November 12, 2008

El capitalismo sobrevive y se va apañando

El capitalismo sobrevive y se va apañando

ALGUNOS apresurados quieren colocar la tapa de cierre al capitalismo y decretan su fin, consumido ¡por sus propias contradicciones, excesos e incapacidades! No es la primera vez que alguien propone esa conclusión, ni será la última. Pero no es probable que acierten. La actual crisis financiera es seria y severa, tal y como advierten a cada rato los dirigentes políticos del momento, dispuestos a refundar el dichoso capitalismo y encantados de disponer de un culpable de los males del presente.
Pero el capitalismo, con sus distintas variantes, no tiene alternativa. Quienes rechazan el modelo no esgrimen otro con resultados parecidos, más allá de ensoñaciones o promesas sin verificar. Y ahora, a pesar de que el sistema financiero que sustenta el capitalismo está en cuestión, traumatizado y en vilo, las economías capitalistas siguen proporcionando más que razonables resultados: el paro en los países de la OCDE se sitúa en torno al 7 por ciento y el empleo alcanza las cotas absolutas más altas de la historia; los precios al consumo no crecen más del 4 por ciento al año y el PIB crece menos que antes, pero más que la media anual de los dos siglos anteriores. Los flujos comerciales son elevados, los avances tecnológicos palpables y los índices de pobreza siguen a la baja, aunque sea a menor ritmo del deseable. Datos económicos fundamentales que no reflejan el fin de una era, más bien ajustes y rectificaciones.
A principios de los años cuarenta, uno de los más lúcidos economistas del siglo pasado, Joseph A. Schumpeter, publicó «Capitalismo, socialismo y democracia» y en sus primeras páginas anotó: «¿Puede sobrevivir el capitalismo? No, no creo que pueda. Pero esta opinión mía, lo mismo que la de todo otro economista que se haya pronunciado sobre la cuestión, carece por sí sola de todo interés... las realizaciones presentes y futuras del sistema capitalista son de tal naturaleza que rechazan la idea de su derrumbamiento bajo el peso de la quiebra económica; aunque el mismo éxito del capitalismo mina las instituciones sociales que le protegen y crea inevitablemente las condiciones en las que no le será posible vivir y que señalan claramente al socialismo como su heredero legítimo... No obstante el orden capitalista puede recuperar la fuerza y estabilizarse a medida que transcurre el tiempo, por lo que es quimérico esperar su derrumbamiento».
La prognosis de Schumpeter parece titubeante, propia de quien aprecia variables imprevisibles, pero la historia ha acreditado la capacidad de adaptación y renovación de ese capitalismo que el economista austríaco analizó en profundidad. Sobre el capitalismo han caído estos días facturas que cortan la respiración, varias crisis con características conocidas que nunca concurrieron simultáneamente: crisis de liquidez, ruptura de los umbrales de riesgo, esa codicia desaforada que forma parte de la naturaleza humana, y amenaza de colapso sistémico del sistema de crédito y de pagos.
Para esos problemas hay experiencia y recetario conocidos y puestos a prueba en otras ocasiones. Se sabe lo que no se debe hacer y lo que ha funcionado, aunque asusta la velocidad y la intensidad del problema, la incertidumbre sobre su profundidad y la inseguridad acerca de la eficacia del tratamiento. Y además la ansiedad en los medios por contar lo que viene con el maltusianismo habitual en estos casos, y el pavor en los dirigentes políticos ante riesgos imprevistos, que les lleva a pintar el cuadro más dramático, para inmediatamente aparentar control.
El secretario del Tesoro, Hank Paulsen, luego desbordado por los acontecimientos, reclamó: «hay que hacer limpieza y hacerla rápido y a fondo». Esa limpieza era tan urgente como imprescindible, a más retraso más coste, aplazarla conduce a acumular más basura y contagiar lo sano con lo podrido. Los malos activos, los «tóxicos», conforme a la nueva terminología, contaminan y devalúan todo lo demás. Para esa limpieza se han diseñado paquetes de rescate con dinero público y procedimientos diseñados por los gobiernos, con guión del experimentado primer ministro británico. Además de limpiar hay que estabilizar los mercados financieros, reconstruir la trama de confianza, para luego empezar el desescombro y la recuperación, con otro sistema de supervisión reforzado y con nuevos manuales de procedimientos y de respeto al riesgo.
La apreciación emocional e intensa con la que los medios siguen la crisis coloca el foco de las noticias en las bolsas, en la peripecia de Wall Street y sus hermanos menores, en la evolución de los precios de las acciones. El escenario es correcto pero el foco de atención no tanto. Lo que se dirime ahora no es el precio de las acciones sino el funcionamiento de los mercados de crédito. El foco debe estar en los flujos crediticios, mucho más que en el precio de las acciones. Importan más las transacciones que los precios, el intercambio efectivo que el valor del mismo.
La fiebre se mide en los mercados de valores, en el derrumbe o sostenimiento de las acciones, pero la infección viene de los mercados de crédito y del desprecio al riesgo. El cierre de la financiación interbancaria, la desconfianza entre los intermediarios de crédito, constituyen el centro del problema, y transfieren a los agentes económicos señales decisivas sobre la gravedad y la magnitud de la crisis.
Si los mercados de crédito no funcionan, la inversión y el consumo se encogen y el conjunto de las economías se paraliza; las familias y las empresas no compran y se instalan en la desconfianza. Los planes de rescate mediante la compra de activos sin valor de mercado actual, los avales públicos, la compra de activos buenos poco líquidos, e incluso la recapitalización de las entidades financiera desde el Tesoro, tratan de estabilizar el sistema financiero y contener la pérdida de confianza.
El debate sobre el carácter público del rescate es diletante, ¿no salen los recursos públicos de impuestos sobre la actividad privada, de los beneficios de las empresas y las rentas de las personas? ¿No están interesados los Estados, que son los primeros acreedores y deudores, en la estabilidad de los mercados financieros, en el cumplimiento de los contratos y el buen funcionamiento del crédito? ¿De dónde saldrán los impuestos sino de una economía eficaz?
Esta crisis financiera no es para perder el tiempo dirimiendo el futuro del capitalismo, es momento para parar y conducir la riada de desconfianzas, y para analizar causas y consecuencias para que cuando vuelva a ocurrir (que lo hará) el diagnóstico sea más certero y el tratamiento más rápido y eficaz.
El capitalismo no se acaba, no fracasa, sólo se transforma, se adapta, entre otras razones porque carece de alternativa que resista comparación. No es un sistema perfecto, incluso puede que sea perverso, pero comparado con las alternativas sale bien librado. Ahora toca limpiar a fondo, analizar las causas, pasar factura a quien corresponda y poner los medios para prevenir. No morirá el sistema capitalista, la convicción de que los precios y el mercado son señales e instrumentos eficaces para crear y distribuir prosperidad. Ni se va a refundar, simplemente evolucionará como viene ocurriendo desde hace unos 250 años.
El profeta Nouriel Roubini, que defiende que el sistema camina a la debacle, que propone cerrar los mercados unos días para que descansen y se calmen, anuncia una recesión larga y profunda. Pudiera ocurrir, las previsiones de Malthus a principios del XIX tenían fundamento, pero no ocurrió, la destrucción creativa abrió ventanas donde se cerraban puertas. Seguramente ya estamos en recesión, no será la primera. De peores hemos salido, con el odiado capitalismo reformado y reforzado.
FERNANDO GONZÁLEZ URBANEJA
www.abc.es

El precio de ser libres

El precio de ser libres
Carlos Alberto Montaner


¿Quién dijo que el mercado es estable y la riqueza debe crecer incesantemente? Hace pocos años el economista Joseph E. Stiglitz recibió el Premio Nobel por demostrar cómo la información asimétrica desequilibra los resultados bursátiles. Sólo quienes no tienen memoria histórica ignoran los ciclos empresariales y las crisis periódicas que sacuden a las sociedades en las que predominan la libertad económica y un sistema de producción basado en la existencia de propiedad privada, y en el que los precios los fija el mercado de acuerdo con la ley de oferta y demanda. Ese fenómeno, que afecta por igual a los modelos redistributivos escandinavos o a los que padecen menor presión fiscal (lo que invalida la tonta distinción entre un capitalismo bueno y otro malo), se intensifica en las sociedades más dinámicas y creativas, que son las más innovadoras e interrelacionadas, y las que más transacciones realizan.
En cambio, en las naciones sometidas a la planificación centralizada, en las que la producción la dirigen los funcionarios y los comisarios --Corea del Norte, Cuba, la URSS y sus satélites en sus buenos tiempos, si es que los hubo--, naciones en las que el Estado hace las veces de empresario, la economía no da esos bandazos bruscos, y no suele retroceder súbitamente, pero el costo de esa relativa estabilidad es el estancamiento, la mediocridad, la miseria palpable, y un creciente atraso relativo con relación a la economía de las sociedades libres. ¿Por qué esa falta de vitalidad en las sociedades colectivistas? Por su improductividad debida al ahogo sistemático de las personas emprendedoras y por el aplastamiento del ímpetu creativo de los investigadores y de los espíritus innovadores. También, por supuesto, por la falta de mercado y la ausencia de competencia, lo que les impide contar con un sistema razonable de precios.
A fines del siglo XIX, en el gobierno de Grover Cleveland, se produjo el ''pánico de 1893''. La bolsa cayó en picado y parecía que el capitalismo norteamericano (ya entonces la primera economía del mundo) se hundía sin remedio. Mientras eso sucedía, la electrificación del país se aceleraba, los teléfonos comenzaban a repiquetear insistentemente y los primeros autos recorrían las carreteras, los astilleros navales botaban barcos enormes diseñados con tecnología propia, la voz era atrapada en unos cilindros de cera, y una cosa llamada ''cine'' captaba imágenes en movimiento. El capitalismo era mucho más que la catástrofe de la Bolsa o la incertidumbre sobre el valor del dólar.
Una generación más tarde fue el ''pánico de 1907''. Era el último año de Teddy Roosevelt. Los bancos se hundieron ante la avalancha de gentes sacando sus ahorros. De nuevo sobrevino la hecatombe y otra vez los pesimistas anunciaron el fin del capitalismo. Pero fue en aquellos años cuando la aviación comercial abrió sus alas, los ingenieros americanos unieron los dos océanos por la cintura panameña, y los rascacielos, erigidos sobre estructuras de acero, comenzaron a cambiar el perfil urbano de Chicago y Manhattan, y luego el del resto del mundo.
El crash de 1929 fue como un terremoto financiero y bursátil. El presidente Hoover no supo preverlo y luego F. D. Roosevelt erró en la manera de corregir sus destrozos. Pero fue el periodo en el que los ingleses (también muy afectados) nos dieron la televisión y los antibióticos, Estados Unidos desarrolló los plásticos y la energía nuclear. Al terminar la Segunda Guerra Mundial, de cada dólar que generaba el ensangrentado planeta, cincuenta centavos se producían en Estados Unidos. El crash del 29 era cosa del pasado.
¿Seguimos? La crisis financiera de 1973, con el precio del petróleo por las nubes, el fin del patrón oro y el inicio de un severo proceso inflacionario que acabó, unos años más tarde, con el gobierno de Carter, corrió pareja con impresionantes viajes espaciales, la popularización de la informática, asombrosos descubrimientos en el terreno de la fisiología y la medicina (el ADN, fármacos anticancerosos, cirugías espectaculares), y la brecha técnica y científica entre el primer y el tercer mundo se transformó en una zanja impresionante.
En 1987 otra vez el sistema de créditos falló. Los Savings and Loans se fueron a la quiebra. Los mató la inflación y el entierro costó la friolera de 500,000 millones de dólares. Pero esos fueron los años gloriosos de Internet, de la telefonía móvil, de la agonía sin gloria de la URSS y sus satélites, preámbulo de la próspera etapa de Bill Clinton que nos hizo soñar con la fantasía de que los ciclos económicos eran cosa del pasado.
Adonde quiero llegar es muy simple: el verdadero motor de la economía de mercado no es su sistema financiero, sino la asombrosa creatividad de sus empresarios e innovadores. El sistema financiero posibilita flexiblemente las transacciones, como la sangre recorre el organismo, pero la fuerza central está en el cerebro de los ciudadanos más creativos, en sus investigadores y empresarios, en la disciplinada productividad de sus trabajadores, en el diseño institucional y en las virtudes cívicas de la población. Es verdad que, cada cierto tiempo, cuando nos equivocamos porque tomamos las decisiones incorrectas, se produce un descalabro, pero esas contramarchas son la prueba de que somos libres. La libertad tiene consecuencias.

Monday, November 10, 2008

Durante la Construcción de Nuevo Edificio:

Durante la Construcción de Nuevo Edificio:

CAMACOL TRASLADA SUS OFICINAS TEMPORALMENTE
MIAMI, FL (Septiembre 23, 2008) - La Cámara de Comercio Latina de los Estados Unidos (CAMACOL), trasladará sus oficinas temporalmente a partir del 1 de noviembre próximo al 735 NW 22 Avenida, Miami, FL 33125.
El motivo de este cambio se debe a que muy pronto comenzará a construirse en los terrenos de la actual sede de West Flagler Street en la Pequeña Habana lo que será la Camacol Tower, un edificio de 100 apartamentos para personas de bajos y medianos recursos mayores de 55 años. En la planta baja de este nuevo edificio estarán situadas las nuevas oficinas de la CAMACOL cuando se inaugure el inmueble.
"En este edificio de la 22 Avenida estaremos por aproximadamente 12 meses antes de regresar a nuestro nuevo hogar permanente", señaló William Alexander, presidente de la CAMACOL, quien añadió que en la sede temporal se realizará la tradicional entrega de las Jabas de Navidad que cada año distribuye alrededor de quince mil jabas de productos tradicionales de estas fechas a tres mil familias necesitadas de nuestra comunidad.
Camacol Tower, aseguró Alexander, "es una manera de solidarizarnos con Miami donde hemos estado por más de cuatro décadas y donde mantendremos nuestra labor de contenido económico, comunitario y social".
Durante este período en la dirección
735 NW 22ND AVE
MIAMI FL 33125-3339,
CAMACOL y sus respectivos programas mantendrán el
teléfono 305 642 3870
fax 305 642 0653.
Para mayor información visitar la página web www.camacol.org.